La repartición de un grupo de camellos

Nos encontramos, cerca de un antiguo caravasar medio abandonado, a tres hombres que discutían acaloradamente al pie de un lote de camellos.

[...] El inteligente Beremiz procuró informarse de lo que discutían. - Somos hermanos –dijo el más viejo- y recibimos como herencia esos 35 camellos. Según la voluntad expresa de mi padre, me corresponde la mitad, a mi hermano Hamed Namur una tercera parte y a Harim, el más joven, solo la novena parte. No sabemos, sin embargo, cómo efectuar la partición y a cada reparto propuesto por uno de nosotros sigue la negativa de los otros dos. Si la mitad de 35 es 17 y medio, si la tercera parte y también la novena de dicha cantidad tampoco son exactas ¿cómo proceder a tal partición?

- Muy sencillo, dijo el Hombre que Calculaba. Yo me comprometo a hacer con justicia ese reparto, mas antes permítanme que una a esos 35 camellos de la herencia este espléndido animal que nos trajo aquí en buena hora.

[...] Y volviéndose hacia el más viejo de los hermanos, habló así:

- Tendrías que recibir, amigo mío, la mitad de 35, esto es: 17 y medio. Pues bien, recibirás  la mitad de 36 y, por tanto, 18. Nada tienes que reclamar puesto que sales ganando con esta división.

Y dirigiéndose al segundo heredero, continuó:

- Y tú, Hamed, tendrías recibir un tercio de 35, es decir 11 camellos y un poco más. Recibirás un tercio de 36, esto es 12. No podrás protestar, pues también tú sales ganando en la división.

Y por fin dijo al más joven:

- Y tú, joven Harim Namir, según la última voluntad de tu padre, tendrías que recibir una novena parte de 35, o sea 3 camellos y parte de otro. Sin embargo,  te daré la novena parte de 36 o sea, 4. Tu ganancia será también notable y bien podrás agradecerme el resultado.

Y concluyó con la mayor seguridad:

- Por esta ventajosa división que a todos ha favorecido, corresponden 18 camellos al primero, 12 al segundo y 4 al tercero, lo que da un resultado (18 + 12 + 4) de 34 camellos. De los 36 camellos sobran por tanto dos. Uno, como saben, pertenece a mi amigo y compañero de Bagdad, ¡otro es justo que me corresponda, por haber resuelto a satisfacción de todo el complicado problema de la herencia!

 

- Eres inteligente, extranjero, exclamó el más viejo de los tres hermanos, y aceptamos tu división con la seguridad de que fue hecha con justicia y equidad.

[...] Y seguimos camino hacia Bagdad. (Tahan, 1999, pp. 17-20)

Escribir comentario

Comentarios: 0